El funcionamiento del mundo ha experimentado un cambio radical en los últimos doce meses y todos y cada uno de nosotros hemos tenido que hacer frente a la situación, lo que nos ha hecho dar cuenta de que nuestra capacidad de adaptación y flexibilidad es mucho más extensa de la que teníamos asimilada. Empresas, industrias, gobiernos, individuos hemos tenido que buscar nuevas salidas y adaptarnos a la nueva realidad, una realidad que al parecer ha llegado para quedarse.

Las empresas que pudieron reaccionar rápidamente a la situación han salido gloriosas y han registrado su mejor rendimiento en años. Algunos ejemplos son Amazon, proveedores de herramientas comerciales remotas como Microsoft y Zoom, supermercados que tenían operaciones de entrega a domicilio sólidas al momento de producirse la pandemia y todas aquellas empresas que nos proporcionan entretenimiento directamente en casa.

Sin embargo, algunos cambios, por muy pequeños que sean, han sido esenciales en casi todas las industrias y esto crea la posibilidad de que nos desplacemos a un periodo en el que los líderes empresariales querrán experimentar y realizarán muchos más cambios en el desarrollo de sus empresas. Este proceso, evidentemente, lo permitirá la tecnología.

Del mismo modo que los avances en tecnología médica han permitido crear vacunas en un tiempo récord, las herramientas y las plataformas que nos han permitido descentralizar nuestras oficinas y crear equipos remotos eran mucho menos avanzadas hace solo una década. Los procesos de adaptación a la nueva normalidad que hemos estado viviendo hasta ahora habrían sido mucho más disruptivos y desordenados si se hubieran llevado a cabo en 2010.

Se estipula que, en un futuro, con el nivel de automatización basada en la inteligencia artificial que está disponible hoy en día, gran parte de la rutina y el trabajo diario se podrán transmitir a las máquinas. Hecho que permitirá eliminar departamentos, tales como recursos humanos o IT, y hará que los trabajadores dediquen su tiempo a tareas que realmente requieren un toque humano.

En cuanto a la pregunta de quién volverá a las oficinas y cuándo, es probable que el pensamiento innovador unido a la tecnología sea el decisivo. A corto y medio plazo, podríamos prever y planificar un modelo donde la cantidad de trabajo en la oficina esté determinada por el tipo de tareas que el trabajador tenga que realizar, el nivel de transferencia tácita de conocimiento que se requiere y también la necesidad de incorporar cultura corporativa. Y por último, se prevé que a largo plazo la realidad virtual y la realidad aumentada erradicaran las barreras entre las personas que teletrabajan y las personas que se encuentren físicamente en el puesto de trabajo.

Así pues, lo que entendemos como ‘normalidad’ es cosa del pasado, el ritmo de la innovación tecnológica de hoy en día es vertiginoso, tanto que se hace muy difícil establecer una normalidad que sea duradera; por lo tanto, es muy probable que en el futuro la tecnología siga desbloqueando formas de trabajar que aún no conocemos.