La red está llena de imágenes que se pueden obtener de manera rápida y sencilla, pero no siempre es posible usarlas de manera legal. En muchas ocasiones están protegidas por sus autores, por lo que su distribución o uso comercial debe contar con su consentimiento.

¿Quién protege las imágenes?
La Ley de Propiedad Intelectual de 1996 establece que, para poner una imagen a disposición de los usuarios, es necesario contar con el consentimiento explícito del autor. Es una manera de proteger a los creadores y garantizar que sus contenidos (aunque se trate de meras fotografías) se usan de la manera en que ellos desean.

Por lo tanto, si quieres usar una imagen en tu blog o en tus redes sociales, es imprescindible que cuentes con el consentimiento de la persona que la ha realizado. Es decir, necesitas contar con una licencia.

¿Qué es una licencia?
Una licencia es el conjunto de normas bajo las cuales el autor autoriza la forma y el uso de su obra. Es una prueba de los derechos legales que se tienen con respecto a una obra. Existen un gran número de licencias, pero las dos más comunes son las siguientes:

Creative Commons (CC)
Son licencias que cuentan con cobertura legal internacional. En ellas se definen cuatro parámetros (reconocimiento, uso no comercial, sin obras derivadas y compartir igual) en diferentes combinaciones según los intereses del autor.

Copyleft
Se trata de una autorización para la modificación y distribución de la obra que obliga a darle a la nueva creación los mismos derechos que tenía la original. Es algo muy común en el software libre.

Ahora ya conoces los tipos de licencias y puedes saber cómo tratar las diferentes fotografías. La mejor manera de no cometer errores a la hora de usar imágenes es acudir a un banco de imágenes donde se encuentran clasificadas en función de las diferentes licencias.