Ya podemos confirmarlo: el año 2017 pasará a la historia como el año de la Inteligencia Artificial. Investigadores de alrededor del mundo se han puesto a trabajar con esta apasionante herramienta que está cosechando grandes y sorprendentes resultados. Uno de ellos viene desde la Universidad de Stanford, que ha desarrollado un chatbot para Facebook que busca tratar los síntomas de la depresión y la ansiedad en sólo dos semanas.

Por si os habéis perdido, recapitulemos; ¿qué es un chatbot? Los chatbots son, como su propio nombre indica, un chat que utiliza un bot y con el que podemos mantener una conversación. Los chatbots son especialmente útiles para servicios de atención al cliente, pero también para tratar algunas enfermedades como veremos a continuación.

Este chatbot se probó en la Universidad de Stanford con estudiantes que sufrían depresión y, a las dos semanas de empezar a probar el bot se comprobaron los resultados notablemente favorables. ¿Y cómo lo consigue? El bot parte del planteamiento de que todo lo que nos afecta no es culpa de todo lo que nos pasa, sino que lo que realmente nos afecta es cómo nos tomamos lo que nos pasa; esto nos ayuda a comprender y gestionar los procesos mentales.

La dinámica del bot es muy sencilla: mientras nos va ofreciendo consejos, se pondrá en contacto con nosotros en distintos momentos del día para comprobar cuál es nuestro estado de ánimo y qué estamos haciendo. Obviamente, para tratar la depresión tendremos que visitar un especialista humano, pero este chatbot puede ser un plus que combinado con la ayuda de un especialista nos puede ayudar.

Woebot aún se encuentra disponible sólo en inglés, aunque tiene un lenguaje muy natural que hará que te olvides de que estás hablando con un robot. Además, su parte positiva es que, sabiendo que se trata de un robot, tenemos claro que no nos juzgará y, por lo tanto, nos sentiremos libres de explicarle cualquier cosa.

«Es posible automatizar la terapia cognitivo-conductual porque sigue una serie de pasos para identificar y abordar formas de pensar que no resultan útiles»

Alison Darcy, investigadora de psicología clínica de la Universidad de Stanford a quien se le ocurrió la idea mientras impartía clases.